27 septiembre 2010

Libertad y Corrupción.

La personalidad está sobrevalorada: una persona plena precisa de condiciones que exceden su voluntad. Porque una persona plena requiere voluntad: eso que llamamos (erróneamente) libertad.
Sin voluntad no puede existir libertad. Todo esto parece muy evidente, tal vez sea obvio. Pero sin libertad no puede existir voluntad.
Para explicarlo claramente, recurirré al concepto de "animal". Un animal (ser vivo, móvil y que no es humano) no tiene voluntad ni tiene libertad, porque al no tener razocionio ni capacidad de definir cosas y situaciones le es imposible distinguir las causas que lo impulsan a accionar en el mundo como si fueran generadas por él mismo. El puma caza por hambre, bebe por sed. No hay causas en él que no provengan de su necesidad de sobrevivir. El puma nunca es feliz. Nunca definió ni le enseñaron que hay un estado de equilibrio más deseable al que debe aspirar: equilibrio entre su mente, sus emociones, sus deseos, las relaciones interpersonales y su supervivencia.
El puma no puede ser feliz. Aunque pudiera vivirlo, no sabría qué es tal cosa, ni la distinguiría de otra época ya vivida. Solo obedece a sus institnos.

El humano que conocemos hoy, es aquel capaz de vivir como el puma: solo que su accionar en el mundo está generado por él mismo. Por su instinto animal, por su imaginación creativa, por su inercia social o por cualquier impulso propio o adquirido. Es un animal con capacidad superior y con motivos para actuar que le pertenecen como autor intelectual de sus acciones: el humano también obedece a sus instintos.

Una persona es más que eso, una persona tiene voluntad de obedecer o desobedecer a sus instintos. No responde a nadie más que a sí mismo, haciéndose responsable último de las causas y consecuencias de sus acciones en el mundo. Se mueve en un plano abstracto de origen y corrupción de las acciones: una persona es guiada por sus pensamientos. Aún así, es capaz de adoptar escalas, esquemas y valores desde su mundo de ideas para regular sus instintos y sus motivaciones externas. Una persona tiene control sobre sí misma.
Por eso la libertad solo está al alcance de una persona capaz de controlarse a sí misma, sin que en ningún momento pierda su voluntad o su capacidad de hacerse responsable de su acción.
La corrupción ética y moral es el crímen de personas que alguna vez actuaron rigiendo su voluntad por la ética y la moral, independientemente de qué acciones le dicte esa ética y esa moral.

Los humanos en cambio, no se corrompen: son imperfectos, incompletos. Y en tanto no sean dueños de sí mismos, en tanto sean controlados por sus impulsos y obedezcan a causas externas sin entender y responsabilizarse de sus hechos, no pueden ser libres. Son esclavos de sí mismos.

Para todos aquellos que, como yo, somos humanos aspirando a ser libres de nosotros mismos y de leyes externas que nos condenan a ser sub-personas están en el camino de la revolución: un camino estrecho y dificultoso donde podemos admitir nuestra incapacidad y construírnos desde cero, desde nuestra humanidad. Dejando atrás todo lo que nos pesa, todo lo que nos hace miserables, para seguir los pasos de humanos que lucharon contra sí mismos y contra leyes que nos condenaban por no ser personas decentes.

Porque un mundo mejor necesita una mejor humanidad.

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