25 octubre 2010

Se murió.

Una semana atrás había estado en casa, de paso, porque tenía que hacerse unos estudios.
Hablamos de sabores de cervezas, nos reímos... vimos un partido de huracán, mientras charlamos de fútbol.
Se fue a dormir la siesta y yo me fui a no se donde. Cuando volví ya se había ido: de vuelta a su casa, en Catamarca.

Resulta que anoche nos llaman por teléfono: "falleció..." me explican... no lo creo, por supuesto.
"a ver esperá, te paso con viejo" no tengo el coraje para decir "murió" y "Héctor" en la misma frase.
"Paro cardíaco" dijeron... y saberlo no me consuela.

Se murió un amigo. Y recién ahora, cuando admito que no podré volverlo a ver, lo extraño...
"nunca es tarde para..." y ahora me entero que no es verdad.

1 comentario:

Lucas Magnin dijo...

Le estoy agarrando cierto nivel de bronca a la muerte. Quizás son anhelos de Cielo Nuevo; quizás es todavía naturaleza caída. De cualquier manera, te abrazo, amigo, y espero que lo puedas llorar, llevar, entregar.