30 enero 2011

Ensayo: Parte 2/6


LA AMÉRICA SENSIBLE.

            “La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad.
La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
K. Marx. (Tesis sobre Feuerbach, 1845)

            El punto de partida de este ensayo es la preexistencia de culturas en América Latina, con sus valores originales previos a los conceptos de  “razón y racionalidad” de la teoría social. En la tercera tesis sobre Feuerbach, Marx indica la relevancia del accionar del hombre en el cambio de las circunstancias y en la educación que el educador imparte. La tesis se aplica con holgura, puesto que es mi intención demostrar que la transformación de las circunstancias hace sociedad, y es, por lo tanto, posible educar a la sociedad actual para que devenga en una sociedad diferente. Respecto a esto, es sencillo mencionar que no está al alcance de la teoría social contemporánea la verdadera riqueza original de las culturas, sino una cultura enajenada, producto del trabajo enajenado, que embruteció a los habitantes originarios.
Sin embargo, solo es posible sostener hasta aquí la tesis: la coincidencia entre modificación de las circunstancias y actividad humana requiere conocimiento de cuál es la actividad humana y cuáles las circunstancias que hemos de modificar. Este dato es lo que impide aplicarlo a nuestra realidad, o como dice el mismo Marx en la tesis anterior “Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”.  Cuando nos referimos a la “América sensible”, hacemos énfasis en la terrenalidad de una realidad. Es primordial la construcción de una objetividad, la objetivación. Para poder asociar de manera válida el concepto “objetivación”, es necesario comprender cuál es la idea que Marx busca enfatizar en “el trabajo hecho cosa”, concepto que nos colocará en el eje indicado para la discusión sobre la centralidad de los clásicos en la periferia económica.
Para Marx, la naturaleza es condición sine qua non para la realización humana. No sólo porque le brinda medios de vida, víveres, sino porque el hombre extrae de ella la materia para ejercer trabajo sobre esta materia. El hombre, en tanto que trabaja, vive de la naturaleza y por la naturaleza, pero sin perder la simbiosis: el hombre está en la naturaleza y ambos se benefician mutuamente de que el hombre la habite. Sin embargo, Marx precisa determinar la enajenación que el producto de su trabajo le genera; Marx necesita demostrar que la economía política ha ignorado la interdependencia del hombre con el mundo sensible, quedando el hombre en la miseria de tener que ser solo a través de un producto que no le pertenece, que le es extraño, ajeno. Entonces el hombre ya no vive del mundo sensible, sino de la relación entre este mundo sensible y el producto de su trabajo: y por lo tanto, el mundo sensible, el hombre y el producto quedan esclavizados a leyes del mercado. De todos ellos el más miserable es el hombre, al tener una existencia denigrada, al convertirse en mercancía.
            ¿Cómo se objetiva un “latinoamericano”?  ¿Tenemos acceso a una “realidad” por fuera de la teoría social? ¿Cuál es la pregunta que guiaba a los teóricos sociales? Esta es, tal vez, la pregunta más fecunda.  No podemos pretender traducir la teoría social que fue gestada en una época y en una geografía diferente; aún cuando las intenciones finales sean las mismas, no es posible encontrar soluciones equivalentes teóricamente sin recurrir a las preguntas que resultan en esas soluciones. Ese es el primer error de la adopción de teorías: al pretender adoptar una respuesta estamos adoptando con ella la misma pregunta, es decir, estamos induciendo el mismo problema. Cuando la diferencia fundamental es que los problemas son otros, por ende, también las soluciones. Entonces podemos concluir diciendo que el primer problema de la introducción de teorías foráneas es que importamos problemas, importamos preguntas al buscar en ellas las respuestas.

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