01 febrero 2011

Ensayo: Parte 4/6


LAS HERRAMIENTAS DEL TEÓRICO Y EL TEÓRICO COMO HERRAMIENTA.

            “La superación de la propiedad privada es por ello, la emancipación plena de todos los sentidos y cualidades humanos; pero es esta emancipación precisamente porque todos estos sentidos y cualidades se han hecho humanos, tanto en sentido objetivo como subjetivo.”
K. Marx (Manuscritos económicos y filosóficos 1844)

             La dificultad radica en la necesidad de construir herramientas que le den acceso al cientista social a la realidad sin que se convierta él mismo en una herramienta ideológica de otras teorías exóticas. Arturo Jauretche ha ejemplificado con precisión la situación: “Nuestro intelectual se va metiendo, sin darse cuenta, en el barco de los intereses de ‘la cultura’ y cuando se acuerda, está enterrado hasta la berija y ya no puede salir. Por eso, más que un tránsfuga o un desertor, es un esclavo que lame la cadena”.
La complejidad del enunciado da la apariencia de ser más ofensiva que precisa, pero para acceder al significado de modo más claro, recurriré a la teoría crítica. En “Cultura y sociedad” (BsAs, Sur) Herbert Marcuse nos dice “Después que la teoría crítica reconoció que las relaciones económicas eran las responsables del mundo existente y comprendió la interconexión social de la realidad (…) pudieron enfrentarse también aquellos problemas que se referían a las posibilidades del hombre y de la razón.”
Marx deja muy en claro que los sentidos y los goces se han convertido en sociales: a través de los órganos inmediatos se constituyen así órganos sociales, que transforman la actividad social con otros en manifestación vital y en modo de apropiación de la vida humana. Respecto a esto, decimos que los sentidos y cualidades humanos tanto objetivos como subjetivos, necesitan ser emancipados. Lo que posibilita ver objetiva y subjetivamente la realidad con una mirada no-emancipada, que de hecho, es la que ha conducido a los teóricos latinoamericanos y a sus academias en educadores de educadores para el sometimiento, para el silencio o para la admiración: todo esto en detrimento de una verdadera creatividad que permita resolver los problemas, pero sin citar algún teórico reconocido.
Como ya hemos dicho, la naturaleza como ecosistema y biodiversidad, tiene una relevancia central en el desarrollo social, cultural y económico en América latina. En nuestro territorio abundaron los teóricos que denigraban la vida rural, las culturas nativas y su poco industrialismo. Por ello creyeron oportuno eliminar a los naturales por ser ajenos, extraños a las costumbres que ellos querían cultivar. En la mayoría de los casos, la hegemonía se adquiere a través del genocidio. Esta lucha ideológica se sostenía con precarias interpretaciones de los conceptos de “civilización y barbarie” o de “naturaleza/progreso” entre otras, que son actualizaciones de estilos de vida urbanos, técnicos y racionales, contra la vida campestre, tradicional y folklórica. Lo que la teoría Crítica nos permite discutir es la racionalidad de tales conceptos, Marcuse dice: “hasta las categorías filosóficas supremas están ligadas a situaciones sociales aunque no sea con aquella situación general en virtud de la cuál la lucha entre el hombre y la naturaleza no ha sido nunca una lucha realizada por la humanidad como sujeto libre, sino que aquella se ha librado siempre dentro de una sociedad de clases”. Marcuse va aún más profundo, y nos asegura que “la teoría exige que con la modificación de las relaciones económicas se modifique la totalidad de la existencia humana.” Marcuse, y con él todos quienes advirtamos que no discutir la centralidad de los clásicos es acentuar nuestra posición de colonia económica, establece que la sociedad precisa volverse racional: subordinar la economía a las necesidades de los individuos; “son las necesidades generales las que deciden el proceso del trabajo. Lo importante (…) es si este interés responde o no a la libertad y felicidad de las masas”.
Como podemos ver, la teoría determina la forma en que las sociedades son vistas por los intelectuales. De eso modo, es prioridad hallar nuestra propia mirada de la realidad.

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