14 noviembre 2010

El que quiere celeste... que le cueste.

Es casi una ley incuestionable.

Es imposible no pensar en el esfuerzo necesario cuando se piensa en algo hermoso, sublime, distinguido...

El deseo vehemente, la firme convicción de mantener un suceso en mente, no hace que este ocurra: No por mucho madrugar amanece más temprano... pero es esta pasión, este anhelo, que me lleva a no poder dormir pensando que el sol va a salir. Es una ansiedad, muchas veces contraproducente; pero es un sentimiento tan fuerte que nos altera nuestros hábitos, desarticula nuestra cotidianeidad: hasta me animo a decir que altera nuestra correcta percepción de la realidad.

Entonces la certeza de que el alba es inminente, nos hace sufrir la noche, nos obliga a cuestionar su existencia.Vivimos convencidos de que, cuando el sol nos ilumine, todo va a ser diferente. El sol es necesario y teleológico.

Lo más impresionante es comprobar que cuando el sol sale, nos sentimos mejores. Nos sentimos aliviados y orgullosos. Satisfechos con nosotros mismos, emocionados de comprobar que nuestra fe no fue en vano.

Así me siento ahora solo porque ganó Belgrano.

1 comentario:

VENUS dijo...

hey a veces no esta tan bueno que amanezca, y empieza el canto del zorzal...
gracias terri por tu msjes, yo tb te leo